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Desquite
“He vivido durante muchos años en horribles habitaciones en los barrios más populosos de la ciudad más populosa, polvorienta y rumorosa del mundo. Odiaba las habitaciones, las casas, las calles, la ciudad. Y no tenía más remedio que vivir allí. Y pensaba que, cincuenta o cien años antes, en el lugar de aquellos inmundos callejones, aquellos caserones sucios y apestosos, de aquellos laberintos de asfalto y de barro, había praderas donde las flores se abrían al sol, campos donde los frutos maduraban, los pájaros cantaban, corrían las liebres y el viento pasaba libremente: la tierra franca, saturada de agua, olorosa de hierba, sana, silenciosa, hospitalaria a los vagabundos. Y soñaba que un hombre poderosísimo -rico o dictador- podría divertirse un día en devolver a la Naturaleza un pedazo, al menos, de aquella asquerosa ciudad, derribando las casas, desempedrando las calles y haciendo volver el aire límpido donde había corrupción, los marjales floridos donde corrían las cloacas, el silencio donde había el estruendo, la soledad donde millares de hombres se amontonaban en tumbas de ladrillos superpuestas.”

Desquite, el capítulo del Gog de Papini que da título al trabajo, sirve como punto de partida para describir un triángulo formado por la naturaleza, el ser humano y la ciudad, donde cada elemento afecta y se relaciona recíprocamente con los otros dos.

Este proyecto habla el papel de la naturaleza en las ciudades, de cómo puede afectar a las personas la presencia o ausencia de ella en su entorno. Trata también de cómo condicionamos la existencia de otras formas de vida a través de la expansión urbana, en la mayoría de los casos no en un plano de coexistencia sino de sometimiento.