El verano más tonto de la historia
El verano de 2014, un poco por desatasque mental y/o como terapia profesional, me propuse un pequeño reto que consistía en dos premisas: La primera era sacar una foto al día que me gustase. Como segunda premisa me impuse que una vez que viese algo interesante debía decidir si esa foto iba a ser “la foto del día” y me permitiría un solo disparo para hacerla.
El tiempo fue pasando y por supuesto ni cumplí todos los días ni todas las fotos merecieron la pena. Lo que sí vi enseguida es que sin pretenderlo se estaba convirtiendo en un diario fotográfico de esos meses. También que dentro de su heterogeneidad tenía cierto hilo conductor a nivel formal.
Paralelamente, mi amiga Camino Román llevaba un tiempo escribiendo unos poemas que me tocaban mucho y me parecía que compartíamos un mismo leguaje. Así es que le propuse escribir poemas a partir de las imágenes. La idea no era describir de forma literal lo que ella podía ver en las fotos sino más bien manejarlas como un cadáver exquisito donde las imágenes sirvieran de hilo del que tirar para acabar contando una historia distinta. D68
El tiempo fue pasando y por supuesto ni cumplí todos los días ni todas las fotos merecieron la pena. Lo que sí vi enseguida es que sin pretenderlo se estaba convirtiendo en un diario fotográfico de esos meses. También que dentro de su heterogeneidad tenía cierto hilo conductor a nivel formal.
Paralelamente, mi amiga Camino Román llevaba un tiempo escribiendo unos poemas que me tocaban mucho y me parecía que compartíamos un mismo leguaje. Así es que le propuse escribir poemas a partir de las imágenes. La idea no era describir de forma literal lo que ella podía ver en las fotos sino más bien manejarlas como un cadáver exquisito donde las imágenes sirvieran de hilo del que tirar para acabar contando una historia distinta. D68